Leía este artículo y me preguntaba porqué los seres vivos nos arriesgamos tanto para conseguir ¿qué?. Encontré un vídeo sobre la cueva y estuve intentando encontrar algo "bello" que mereciese el peligro y la apuesta de vida. Pero no lo encontré. Y antes de pensar aquéllo de "la gente está loca", me puse a pensar en lo que "he hecho" en mi vida y la razón que lleva a cada quien a vivir como vive.
La vida mata. Y comenzamos a morir desde que nacemos.
Somos más conscientes de este hecho cuantos más años cumplimos y, aún así, arriesgamos día tras día los que pudieran venir detrás.
En la infancia, arriesgamos por desconocimiento. En la adolescencia, porque nos creemos "adultos" dueños de nuestras vidas, y por el perverso placer de desoir a nuestros padres: esos que no nos entienden ni quieren saber nada de nuestros sentmientos, anclados en el Pleistoceno y en un inmovilismo tan aburrido e incomprensible que no parece sino que hubiesen nacido con trescientos años en las espaldas.
Si hay algo de sentido común, continuaremos arriesgando durante nuestra juventud, pero conscientes del peligro, creando medios y planes "B", para tener en cuenta lo que puede salir mal y poner la solución antes del problema.
Y conforme entramos en la madurez y avanzamos hacia ese eufemismo llamado "tercera edad" (que a mí siempre me suena a un estadio de nueva invención de la Edad Media), desaparece la necesidad de riesgo, sustituída por una especie de angustia en busca del "sólo quiero tranquilidad".
Siempre he pensado que un día perdido es aquél en el que no he aprendido nada nuevo, no he llevado a cabo alguna tarea que nunca había realizado o no he arriesgado "algo". Imagino que sin liberar a diario un poco de adrenalina, la vida no tiene mucho sentido, porque no sería consciente de que la vivo, en cuyo caso, una piedra al sol tendría más "vitalidad" que yo.
En cualquier caso, y a la espera de lo que pueda llegar, en una vida hay experiencias, buenas y no tanto, que pueden hacernos pensar que hemos "cumplido" y puesto a prueba el riesgo de vivir ... viviendo o "sobreviviendo". En el caso de quien suscribe:
.- Recorrida la mitad de las playas del Oriente de Asturias, en el mismo día, sin pisar la arena en ningún momento, en escalada por los riscos, a "pelo" y sin más asidero que las propias manos y unas deportivas normales y corrientes.. He escalado todos los acantilados que se me ponían "a tiro" ... hasta el día en que me quedé colgada, sin apoyos, durante los minutos más largos de mi vida, mientras miraba la marea lamiendo las rocas de abajo y pensando que la caída me destrozaría y las olas terminarían con lo poco que quedaría de mí.
.- "Paseos" en moto de gran cilindrada, a 200 km/h ... sin casco (la descarga de adrenalina fue brutal)
.- Bajadas a unas cuevas, entonces no exploradas ni abiertas al público, después de una caminata de medio día, monte arriba, entre el fango y una selva de helechos. "Armados" con linternas caseras, una cuerda-guía y ...nada más, y arrastrándonos, entre guano de murciélago, hasta una especie de cenador fastuoso, con una superficie plana sobre la que sentarse y descansar, rodeados de un espectáculo formidable de estalactitas y estalagmitas.
.- "Lanzamientos", desde una altura de cuatro pisos, al fondo, sin llegar a alta mar y con un poso de rocas puntiagudas esperando allí abajo. No llegué a ensartarme como uun pincho moruno, pero ... en una de esas ocasiones, quedé atrapada en un remolino. La fuerza de succión hizo que, al parecer, luchase por emerger y no pudiese, de manera que tuvieron que rescatarme. Es curioso ... pero nunca he recordado nada más que el momento en el que me sacaban del agua.
.- Tres veces he realizado la maniobra de Heimlich, afortunadamente con éxito.
.- Extraje un palo de madera, atravesado en vertical en el paladar y al fondo de la garganta de mi perro, un Pastor Alemán. Y aún no entiendo cómo lo hice.
He cuidado enfermos y cobrado una especie de "fama" de "buena practicante" ( muchas personas necesitan Heparina, y no tienen medios para desplazarse. Así que, "me toca"). Realizado exposiciones ante un público al que temía, por el "simple" hecho de que tenía que "superarlo". Me he enfrentado a más de un "poderoso". He comenzado desde cero tantas veces que ni las llevo contadas. Sobrevivido al engaño y las mentiras, la coacción, las amenazas, las promesas incumplidas, el miedo, el estrés, y tantas cosas que son más difíciles de superar y "vivir" que lanzarse a escalar un acantilado ... Como muchos de quienes leéis esta reflexión.
Y aquí estamos: Unas veces hemos ganado. Otras ... no. A mi juicio, en el último segundo, nos llevamos lo que fuimos y realizamos, por nosotros mismos y por otros. No se si será Anubis quien pesará nuestro corazón en una balanza y lo confrontará con la Pluma de la Verdad y la Justicia ... por lo que a mí respecta, creo estar preparada.
Mientras tanto, vivimos para seguir contando triunfos. Porque cada día que enfrentamos, lo es.
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