La verdad es que no puedo pensar: sólo sentir lo muchísimo que le quiero y que concentro en la única palabra que siempre se me hace gigante cuando pienso en él : "Coco".
Es una tontería, pero ese "sobrenombre", por el que le llamo desde que era bebé, lo significa y significará TODO, hasta el úitmo de mis segundos.
(Y espero que nuestro adolescente-recién graduado no lea estas plabras ... o me caerá una buena ... por "cursi").
C
uando era más pequeño, le gustaba el color rojo. Ahora, es el azul ... al menos hasta hace unos minutos, porque, probablemente, volverá a cambiar de gustos.Hasta hace un par de años, yo era su "proveedora oficial" de música, y compartíamos nuestro gusto por The Wanted, Adam Lambert, Maroon 5, Usher, James Arthur, Ellie Goulding o Calvin Harris. Ahora elige su música y soy yo quien le "copia" algunas de sus elecciones, y me he "convertido" a Skillet, por ejemplo. Pero ya no quiere ni oir hablar de One Republic o Coldplay.
Pasábamos parte de nuestro tiempo dirigiendo orquestas invisibles, armados con un par de pajitas de esas de sorber, incrustadas una en la otra, y pegábamos saltos sobre el sofá al ritmo de "El vuelo del Moscardón" de Rimsky-Korsakov.
Nunca conseguí que le gustase "La canción de Solveig" (Grieg) o "Meditation from Thais" (Massenet). A lo más que llegué fue a entusiasmarle tibiamente con "O Fortuna" (Carmina Burana-Carl Orff)
Le encantan el Manga y el Anime ... que a mí ... ni-fú-ni-fá.
Quería ser un Azafranio (La Historia Interminable"- Ende), porque nacen ancianos y mueren bebés. Entonces, el pensaba que la vida era más "justa" en los cuentos; porque cuando nos jubilamos y podemos disfrutar de la vida, los años y los achaques nos lo impiden: resulta más lógica, por tanto, la vida de los Azafranios.
Nunca le dije que el principio y el final son los mismos, en nuestro mundo y el de los Azafranios: porque nacemos y morimos indefensos.
Era muy pequeño cuando lloró viendo "¿Quién engañó a Roger Rabbit?". En esa película, la animación convivía con los personajes "de carne y hueso", y él quería también "vivir dentro de un cuento", como esos humanos que interactuaban con los dibujos animados.
Coincidimos en que nos encantaría aprender japonés. Y sólo conocemos un par de cosas en alemán e italiano, que le enseñé cuando yo aún tenía algo de tiempo para estudiar. Pero él me da cien vueltas en francés e inglés (me he quedado pero que muy por detrás).
A él le encantaría viajar por EEUU, y yo no quiero volver ni por asomo.
No le gusta comer nada que sea "verde". Pero le encantan las berenjenas y el pastel de calabacín y, sólo a veces, "pasa" por un plato de judías verdes "disfrazadas" con tomate.
Se acostumbró a oirme decir que la curiosidad es la base de la inteligencia. Quería animarle a preguntar y obtener respuestas (siempre que fuera posible). Nunca imaginé que, a sus cinco años de existencia, me preguntaría este tipo de "cosas":
.- "¿Cómo se sabe cuándo una persona está muerta?"
.- Pueeeeesssssss ... cuando presenta encefalograma plano ...
.- "¿Y qué es eso?"
Y ahí que me ví dibujando algo así como un encefalograma con "actividad" y otro plano, para mostrarle la diferencia entre la vida y la muerte.
Cuando le ví buscar imágenes de lobos por la red, para colocarlas de fondo de pantalla en su ordenador, me llamó la tención: le pregunté que, si tuviese la posibilidad de metamorfosearse en un animal, cuál sería. Me contestó, sin pensárselo dos segundos, que en un lobo.
Le comenté que yo elegiría un dragón:
.- "¡Los dragones no existen!. ¡Tienes que elegir un animal real!", me replicó.
.- Puesto que partimos de una hipótesis imposible, puedo elegir un animal imposible", le contesté.
A regañadientes, me lo concedió, y me preguntó porqué quería ser dragón. Le expliqué que el dragón domina tres de los cuatro elementos: aire, tierra y fuego. Por esa razón siempre me pareció el animal más poderoso del Universo (real e imaginario).
Y quise saber porqué había elegido al lobo.
Su respuesta me hizo pensar:
.- "Porque es un animal que siempre viaja y caza en manada. En familia".
A veces, el Lobo y el Dragón olvidan momentáneamente quienes son y a dónde pertenecen: No se entienden, intentan vencerse el uno al otro ... y odian perder una batralla. De manera que terminan por "convertirse" la una en Gato de Cheshire (desapareciendo ... sin dejar una sonrisa en el lugar en el que estaba)y el otro en el Escorpión de su Carta Natal (clavando el aguijón muy hondo).
Lobo o Dragon, Gato o Escorpión, aprendimos que nunca debemos dar por terrminado el día enfadados el uno con el otro. Que no hay nada como pedir perdón y los abrazos.
El Lobo Adrián tiene 17 años. Acaba de terminar su etapa colegial y se ha graduado con notas altísimas: Espera poder estudiar Medicina.
El Dragón sólo desea que, pase lo que pase, el Lobo sea FELIZ.
Porque si el Dragón le dio un día, de hace 17 años, la vida al Lobo, el Lobo le da la vida, cada día, al Dragón. Nunca un Dragón se sintió más orgulloso de su hijo Lobo.
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