Es una realidad que se pone de manifiesto en familias "desestructuradas" (denominación política) por la "salida" del círculo familiar de uno de los progenitores, al comenzar una nueva y distinta familia.
Surge cuando aquél progenitor atiende a su nueva descendencia en la medida en que puede percibir que no atendió a los hijos de su anterior relación: Lee cuentos a los pequeños,les desplaza al colegio y actividades extra-escolares,a los servicios médicos, de vacunación y etc.
Dicen que es de sabios rectificar, y tengo claro que quien no se equivoca no aprende; y que quien no repasa su historia, no tiene oportunidad ni pone medios para evitar caer en errores del pasado. Pero, en ocasiones, esos errores se rectifican comenzando de nuevo, olvidando que existen situaciones que no "se han dejado atrás", porque siguen "existiendo" y esperando un comportamiento o actitud distintos y mejores para el futuro.
Son familias "ensambladas", en las que los hijos de una relación anterior pueden sentirse "apartados" y desiguales respecto de los hijos habidos en la relación actual de uno de los progenitores.
Las reglas deben ser las mismas para todos los hijos, tendiendo a una igualdad de derechos y obligaciones para todos ellos, con la sola diferencia de la edad y discernimiento, respetando los tiempos de cada uno y haciendo sentir a todos que son una familia y no "visitas".
Cuando un hijo debe hacer frente al "duelo" por la perdida de su seguridad familiar, y comprueba que su relación con aquél progenitor es distinta, y peor, de la que mantiene con su nueva descendencia,puede que intente hacerlo saber ... y puede que se rinda y renuncie si no ve compresión ni cambio de actitud por parte del adulto:
.- Si el progenitor jamás le leyó un cuento antes de irse a dormir, como ve que aquél hace son sus nuevos hermanos.
.- Si le pidió a los Reyes Magos una consola, que nunca llegó. Pero sus hermanos han tenido consolas, móviles, tablets y televisores antes, incluso, de que viesen por vez primera una raíz cuadrada.
.- Si medita que todo lo que recibe de su progenitor son chantajes, porque si quiere obtener una prebenda, como ir de vacaciones de verano con él, debe superar el curso con las matrículas de honor que aquél estime convenientes.
No es de extrañar que el hijo quiera y reclame para sí todo aquéllo que ve que obtienen sus hermanos. No resulta raro que se pregunte "qué he hecho mal" si percibe esos cambios del progenitor respecto de él y sus hermanos. Y no es extraño que pueda llegar a una conclusión: "no me quiere. Nunca me quiso". Lo que redundará de manera muy negativa en su futura autoestima.
En suma: No es tarea del niño "acoplarse" a la nueva situación, sino de los adultos, guiándole con paciencia y cariño hacia la salida del duelo, y la entrada en la aceptación, las nuevas normas de convivencia, y procurando para él una familia, con todos sus derechos y obligaciones, en pie de igualdad con los nuevos hermanos. Para que todos se sientan libres, queridos, iguales y FAMILIA.
Surge cuando aquél progenitor atiende a su nueva descendencia en la medida en que puede percibir que no atendió a los hijos de su anterior relación: Lee cuentos a los pequeños,les desplaza al colegio y actividades extra-escolares,a los servicios médicos, de vacunación y etc.
Dicen que es de sabios rectificar, y tengo claro que quien no se equivoca no aprende; y que quien no repasa su historia, no tiene oportunidad ni pone medios para evitar caer en errores del pasado. Pero, en ocasiones, esos errores se rectifican comenzando de nuevo, olvidando que existen situaciones que no "se han dejado atrás", porque siguen "existiendo" y esperando un comportamiento o actitud distintos y mejores para el futuro.
Son familias "ensambladas", en las que los hijos de una relación anterior pueden sentirse "apartados" y desiguales respecto de los hijos habidos en la relación actual de uno de los progenitores.
Las reglas deben ser las mismas para todos los hijos, tendiendo a una igualdad de derechos y obligaciones para todos ellos, con la sola diferencia de la edad y discernimiento, respetando los tiempos de cada uno y haciendo sentir a todos que son una familia y no "visitas".
Cuando un hijo debe hacer frente al "duelo" por la perdida de su seguridad familiar, y comprueba que su relación con aquél progenitor es distinta, y peor, de la que mantiene con su nueva descendencia,puede que intente hacerlo saber ... y puede que se rinda y renuncie si no ve compresión ni cambio de actitud por parte del adulto:
.- Si el progenitor jamás le leyó un cuento antes de irse a dormir, como ve que aquél hace son sus nuevos hermanos.
.- Si le pidió a los Reyes Magos una consola, que nunca llegó. Pero sus hermanos han tenido consolas, móviles, tablets y televisores antes, incluso, de que viesen por vez primera una raíz cuadrada.
.- Si medita que todo lo que recibe de su progenitor son chantajes, porque si quiere obtener una prebenda, como ir de vacaciones de verano con él, debe superar el curso con las matrículas de honor que aquél estime convenientes.
No es de extrañar que el hijo quiera y reclame para sí todo aquéllo que ve que obtienen sus hermanos. No resulta raro que se pregunte "qué he hecho mal" si percibe esos cambios del progenitor respecto de él y sus hermanos. Y no es extraño que pueda llegar a una conclusión: "no me quiere. Nunca me quiso". Lo que redundará de manera muy negativa en su futura autoestima.
En suma: No es tarea del niño "acoplarse" a la nueva situación, sino de los adultos, guiándole con paciencia y cariño hacia la salida del duelo, y la entrada en la aceptación, las nuevas normas de convivencia, y procurando para él una familia, con todos sus derechos y obligaciones, en pie de igualdad con los nuevos hermanos. Para que todos se sientan libres, queridos, iguales y FAMILIA.
✍ ¿Quieres hacer algún comentario? ✍